No me acuerdo exactamente cómo y cuándo comencé a indagar sobre la idea de las excavaciones. Era la misma búsqueda de antes pero con una faceta distinta. Aventé una piedra al cielo (la primera de muchas) y me lancé a un territorio desconocido donde la cámara se convertía en el instrumento de navegación.
En un lapso de dos años viajé en muchas ocasiones a la península de Yucatán, sola y con mi familia, tratando de descifrar en la lejanía, mi propio buscar. Y mientras caminaba tierra adentro, me encontraba con los arqueólogos hablando sobre las capas de la historia, ventanas de tiempo y el cambio climático en la era antigua de los mayas. Sobre la resistencia silenciosa con un grupo de jóvenes lingüistas mayas, la escritura de los orígenes en los cielos con un H Men, sobre el Xibalbá con un espeleobuzo. Sobre el impacto turístico, la detonación del meteorito en Chicxulub y una garita de observación en el centro histórico de Mérida. Sobre el simbolismo de las piedras, los glifos, la lengua, el viaje. También empezaron a surgir la Ceiba, el maíz, el caracol. Y los huesos.
Narrado en tepalcates visuales y escritos, se construye un archivo audiovisual de hallazgos que contiene las imágenes y textos de su propia génesis. En camino refiere al dinamismo propio del proceso, pero también a lo continuo, lo inacabado. La investigación/excavación se desplaza de sus márgenes al centro de la narración.
El proyecto en su totalidad ha ido tomando muchos rumbos: se puede apreciar en línea de manera interactiva; también en presentaciones en vivo combinado con lecturas de fragmentos escritos del diario, así como en instalaciones single y multi-channel, en galerías o cines.
Al final del camino se publicó el libro En camino – anotaciones al margen de una película, por la editorial Surplus y que aquí se puede descargar bajo la licencia de CC como pdf.